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Vigilando un banco recién pintado durante 40 años [Anécdota] Siglo XIX
Durante el mandato de Napoleón Bonaparte como Emperador de los franceses, se pintó un banco que se encontraba en los jardines del Palacio de las Tullerías (por aquel entonces residencia imperial). Para evitar que su amada Josefina o alguna de sus damas de compañía pudiesen manchar sus vestidos al sentarse por un descuido ordenó colocar a un soldado de guardia con el propósito de avisar a quien quisiera sentarse de que la pintura todavía estaba fresca. La anécdota curiosa de esta historia surge cuatro décadas después, cuando la granadina Eugenia de Montijo (por aquel entonces emperatriz del Imperio francés tras haberse casado en 1853 con Napoleón III) se instaló en el Palacio de las Tullerías y paseando un día por sus jardines se percató que había un soldado de guardia frente a un banco.Tras observar durante varios días seguidos que dicho asiento siempre estaba vigilado por alguno de los soldados del palacio se interesó por el asunto, descubriendo que aquella orden dada por Napoleón I cuarenta años atrás nadie se había ocupado de anularla, por lo que con el transcurrir del tiempo aquel lugar de guardia se había acabado institucionalizando. Evidentemente, Eugenia de Montijo mandó derogarla y a partir de aquel momento el banco dejó de estar inútilmente vigilado.
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